Aun recuerdo cuando le dije estas palabras a mi madre por primera vez, fue tras ganar mi primer premio en un concurso de manga para la revista "Nintendo Acción" con un comic a color súper cutre llamado "2112"... Yo debía rondar los trece o catorce años y a pesar de ser tan solo un mocoso inquieto tenía ya las cosas bastante claras sobre lo que quería hacer para destrozar mi futuro, o más bien sobre lo que no quería hacer... Y era trabajar como un cabrito en un curro monótono y sin gratificaciones como la gran mayoría de almas en pena que tratan de malvivir en este difícil mundo.
Cuando mis padres se percataron de la seriedad del asunto hicieron lo mas lógico por su parte, echarse las manos a la cabeza, empezar a preocuparse y a discutir fervorosamente sobre mi porvenir.
Durante los años posteriores trataron de hacerme desistir de mi empeño, alegándome que aquello tenía menos futuro que la trayectoria cinematográfica de Eddie Murphy.
Finalmente la cosa evolucionó favorablemente y gracias a la recomendación tranquilizadora que un tutor de mi instituto le dio a mis padres acabé trasladándome de centro para continuar cursando mis estudios de bachillerato en la Escuela de Artes y Oficios de Cádiz, o lo que es lo mismo, dibujando y fumando porritos en la Plaza de San Francisco durante 7 horas al día.
Ya dentro de la escuela comprendí que el mundo de los artistas daba tanto asco como aquellos otros que tanto despreciaba, lo cual me sentó como un baño de agua fría. Todo indicaba que tras cursar una carrera de Bellas Artes acabaría convirtiéndome en un jipiosillo bohemio o en un progre aburguesado, ambos petulantes arrastrados que rebosantes de envidia van engordando al cebarse en su propio ego.
Entonces, ante el temor de perder la poca cordura que me quedaba, me arrastre hacia la oscura subcultura del fanzine y a lo que realmente me apasionaba, dibujar comics.
Esto desquició aun mas a mis padres, los cuales vieron que en vez de seguir estudiando perdía mi tiempo y mi dinero en sacar adelante una revistilla llena de garabatos fotocopiados que no compraba ni dios. Bueno, he de reconocer que cada uno de mis progenitores se llevo el primer numero de "La Parada de los Monstruos", que haría yo sin ellos...
Todo parecía indicar que esto era el fin de mis sueños y la sombra de la horrible facultad de Filosofía y Letras se cernía sobre mí peligrosamente.
Sin embargo ocurrió un milagro, gracias al entrenamiento fanzinero y a las horas dedicadas a reventar rotuladores acabé ganando un par de premios. Y cuando mis padres vieron que había gente que estaba tan loca como para pagar algo por mis páginas cambiaron radicalmente de parecer y decidieron ayudarme a realizar mi siguiente objetivo, instalarme en BCN para estudiar en la escuela de comics Joso.
Actualmente sigo estudiando/compitiendo allí, malviviendo en mi historieta catalana e incluso buscando uno de esos curros monótonos que tanto asco me dan. Eso si, todos los días me prometo a mi mismo que voy a intentar convertirme en un dibujante de comic antes que en ninguna otra criatura abominable, como esos artistas engreídos o los deleznables progres aburguesados que aparecen en mis peores pesadillas.
Y a vosotros, a esos padres que tanto me han aguantado... ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
Atentamente: El que acecha en la noche (dando tumbos)