viernes, enero 20, 2006

LAS MIL Y UNA NOCHES... SIN DORMIR


Venga, esta vez una entrada cortita para que se la lea toda la gente. Y es que con motivo de las primeras mil visitas me gustaría dar las gracias a todos aquellos que presionados por mi katana, voluntariamente o por pura casualidad, han decidido perder su valioso tiempo en pasar por mi blog a echar un vistazo.
Espero que no solo sea por una vez y que sigais repitiendo por aquí a menudo y sobre todo poder oir vuestras recomendaciones y críticas sobre mi micromundo lleno de mocos verdes (y también algunas felicitaciones, si es que creeis que las merezco.)
Un abrazo viscoso para todos los cariñosos visitantes que postearon y una puñalada en toda la nuca para aquellos que prometieron asomarse a saludar y en verdad nunca lo hicieron, se donde vivis mamones y ya envié a los asesinos...
Hasta pronto amigos, nos vemos en la linea de batalla, o entre las lineas mecanografiadas de mi blog.
Atentamente: Un monstruo agradecido

lunes, enero 16, 2006

VERDADES COMO TRUÑOS


Llevaba tiempo rondando por la cabeza la idea de hacer de vez en cuando un post con grandes secretos desconocidos por mucha gente y que sin duda deberían ser el actual tema del tomate y no los chismorreos mafiosos del folclórico de Julián Muñoz.
Así pues, ¿sabíais que?...
- Coca cola fue la única marca americana que siguió haciendo negocios con la Alemania del régimen nazi durante la gran guerra.
De hecho tras la guerra, los nazis viendo lo bien que funcionaba el producto compraron la formula secreta de la Coca y crearon la Fanta. Acojonante ¿verdad?
- Los comunistas rusos que se debieron enterar del asunto aun venden la Coca cola de botellín cuatro veces mas cara que el litro de vodka, o quizá sea por defender los productos nacionales.
- Los Simpsons, otro producto de consumo masivo fue creado por Matt Groening minutos antes de su entrevista para presentar el proyecto a lo ejecutivos de la Fox.
Realmente tenía preparadas unas tiras cómicas sobre conejos espaciales que ya publicaba en publicaciones underground, pero ante el temor de perder los derechos de estos personajes abocetó en plan garabato la que sería la familia mas popular de norte américa en una servilleta, y es por eso el trazo irregular de los primeros capítulos ya que la Fox vio original e interesante tipo de dibujo producto de la baja calidad del papel.
- Otro artistazo como el señor Gaudí también tienen secretos oscuros aunque se lo curró mucho más que Groening.
Y es que Gaudí era homosexual aunque sus gustos por los peluditos no eran de dominio público, pero debido a la fuerte convicción religiosa que padecía, el artista vivia con el temor a la posibilidad de acabar condenado, asi que decidió poner remedio a sus pecados homenajeando a Dios con una obra digna de su magnitud. Así fue como surgió la idea y la construcción de la Sagrada Familia que por cierto no llegó a ver jamás acabada en vida (y supongo que nosotros tampoco), lo que me lleva a pensar que seguramente a día de hoy estará disfrutando de los placeres del sexo anal en el infierno.
De momento aquí os dejo alguno de estos secretos del inframundo en el que vivimos, y como aquí puedo presumir de calidad y libertad de expresión puedo hacerlos publicos para todos aquellos curiosos de almas inquietas que no se creen nada.
Espero que podáis dormir a gusto después de beberos el próximo refresco que consumáis a la salud del Führer.
Atentamente: El enigma del otro mundo.

sábado, enero 07, 2006

TRAINSPOTTING


Llámese así al absurdo pasatiempo consistente en anotar los horarios de los trenes al pasar. Hobby un tanto extraño puesto de moda por Irvine Welsh en su apabullante novela de idéntico nombre y conocida por los no-lectores por su polémica adaptación cinematográfica en la que un grupo de yonkis de Edimburgo juegan a malgastar sus vidas viendo las oportunidades pasar, hasta que uno de ellos mas espabilado ve finalmente una bien grandota y decide subirse a ella en marcha.
Toda una metáfora sobre la vida, que no es más que la sucesión de cientos de trenes pasando por delante de cada uno a velocidades de vértigo.
Casualmente en uno de esos trenes me encontraba yo...
Para mí el deambular por los pasillos de un tren con destino hacia Cádiz o Barcelona, se estaba convirtiendo en algo bastante habitual y por lo tanto aburrido. La única diversión me la proporcionaba a veces la compañía casual de algunos de mis compañeros de compartimento que con suerte eran lo bastante alcohólicos como para regalar con unas cervezas y conversación a un pobre estudiante como yo. A veces gente y conversaciones interesantes, como con aquel gitano de Tarragona con el que me fumé mi primer mai que venía del entierro de su madre, o aquel chaval viñero hasta la medula que se iba a Tolouse por primera vez de erasmus sin saber la que se le venía encima con los coches ardiendo por su barrio. A todos ellos les deseo lo mejor aunque no puedan leerlo.
Como a veces también se daba el caso contrario, en esta ocasión había sido previsor y al igual que los chicos de la novela antes citada tenía decidido alegrarme el viajecito con algunos estímulos. Así que allí andaba yo por la mañana con una sonrisa en forma de M en la cara viendo al último de los pasajeros apearse del coche cama, un progre catalán de coleta y gafas con familia en el Puerto de Santa María. Yo le despedía con mi risa boba mientras de paso echaba un vistazo a los compartimentos de alrededor para ver si quedaba alguien.
Una de las mejores ventajas de bajar hacia Cádiz en vagón cama solían ser esa últimas paradas en las que tenías la suerte de tener todo el compartimento para ti, así que con la tontería decidí hacerme un porrete de una yerbita muy rica que había ligado en Barna antes de venir.
Estaba yo sumido en la espesa niebla verde de mi compartimento cuando de repente se abrió la puerta y asomó el revisor que me había pedido los billetes la noche anterior y comenzó a llamarme la atención argumentando que desde el pasillo parecía que se estaba quemando algo ya que no había ventilación. Me recomendó que mejor usase la vieja táctica de fumármelo en el lavabo, todo esto muy educado y sin mencionar ni una sola vez la palabra porro ni nada parecido, acto seguido cogió y se fue...
Aún le daba vueltas en la cabeza a si debía apagar el porro o no cuando hizo su entrada el segundo de los revisores, que se me quedó mirando con cara de pasmado y empezó a soltarme el mismo rollo que su compañero y con el mismo tacto cogió, luego se marchó tan rápido como vino.
La paranoia se adueñó de mí y comence a imaginarme apeándome en la estación de Cádiz con dos policías esperando junto a mi abuela que se había ofrecido a recogerme. Decidí apagar el medio porro que me quedaba en el lavabo del compartimento y comenzar a pensar como escapar de aquel tren en marcha.
Y mientras le daba vueltas a mi cabeza se abrió la puerta y allí estaban de nuevo juntos los dos revisores. Se apresuraron a entrar ambos en el compartimento y uno de ellos me preguntó si tenía marihuana para vender. La cara se me quedó de piedra y ante el temor de una posible extorsión decidí no sacar la bolsita y les ofrecí el medio porro apagado que tenía apalancado debajo del asiento.
Así que entre coñas y risas sobre anécdotas parecidas de su profesión nos lo fumamos allí los tres...
Cuando baje del tren desde dos vagones mas lejos del que estaba tan solo estaba allí mi abuela con lágrimas en los ojos, lo que me hizo suspirar de alivio momentáneamente. Me entró menos gracia fue cuando me dijo de tomarnos un desayuno juntos en el café de la estación cuando lo que mas quería del mundo en esos momentos era salir de ella cuanto antes.
Así que ahí estabamos, tomándome un bollicao y un cafelete charlando con mi abuela mientras los revisores del tren en el que yo venía desayunaban a pocos metros mía probablemente hablando del pestazo a yerbacana que se había quedado impregnado en el vagón numero 6.
Me despedí con una sonrisa de los dos que ya conocía y tras pagar a toda prisa salí pitando de la cafetería. A fín de cuentas ellos habían sido tan culpables como yo, así que el secreto era compartido.
Por cierto me volví a cruzar con uno de ellos a la vuelta a Barcelona, pero eso es otra historia de fumetas en otro tren, cosas de la vida...
Atentamente: El octavo pasajero